Allá por mediados de los 90, en tiempos fértiles para la siembra de fanatismos o al menos aficiones intensas, una sucesión de buenas profesoras de inglés en el Anglo facilitaron que me diera frecuentemente por subir a la biblioteca a perderme entre las estanterías de ficción.
Allí leí un poco de todo, pero quien me causó más impresión y consolidó la anglofilia que ya se estaba formando fue Martin Amis, con London Fields. Esto fue varios años antes de viajar por primera vez a Inglaterra, pensando que sabía mucho inglés y descubriendo the hard way que sabía más bien poquito. Fue años antes incluso de aprobar el Proficiency, que sigue siendo a día de hoy mi mayor orgullo académico, pero que también fue ampliamente superado por la realidad de vivir en otro idioma.
Tras London Fields siguieron Money, Success y especialmente Time's arrow. Amis fue, durante un tiempo, mi escritor favorito, como había sido Asimov, como sería luego Auster.
Hoy, cuando me enteré de la muerte de Martin Amis, me dio por pensar qué habría entendido yo de aquella novela. Muchos años más tarde, después de haber vivido más de 4 años en Londres, me dio por reabrir London Fields y leer los primeros capítulos otra vez. Ya no me gustó tanto (ya había pasado página), pero lo que más me llamó la atención fue que aún entonces, tras tanto estudio, tanta vivencia, tanta inmersión en el idioma, había mucho, pero mucho que no entendía de la escritura del libro.
Entonces... ¿qué pude entender cuando lo leí por primera vez? Tal vez no tanto, pero el mensaje llegó, de alguna forma. Y porque todos cambiamos, mucho, para que otras cosas permanezcan, Martin Amis quedó bastante relegado, pero la anglofilia mutó, pasó por otros milestones, y se quedó, por supuesto.
Y otra cosa... no sé si tiene que ver con ser bibliotecario, pero nunca fui de tener muchos libros en casa. Los libros se leen y se devuelven, o se pasan a alguien más, ¿no? O casi todos. De los pocos libros que tengo en la estantería como objetos, como señales de lo que soy o lo que fui, de los que metería en una caja si me tuviera que mudar, con Fever Pitch de Hornby, con Rayuela de Cortázar, ahí está también London Fields.